Una de las dudas que más asaltan a los padres y docentes en esta época de pandemia es qué hacer con los teléfonos móviles cuando los niños dejan de estudiar. ¿Es realmente sano tanta conexión por medio de pantallas? ¿Cuál es el límite que deberíamos tener en cuenta antes de plantear una “desconexión” con el mundo online?

Dudas comunes de los padres sobre el uso de la tecnología en plena cuarentena

Estas preguntas son comunes. Sin embargo, no siempre tenemos una respuesta clara acerca de estos temas. Si somos padres sabemos lo difícil que puede llegar a ser a ser tratar de sacarle el smartphone a nuestro hijo – más allá de que edad tengan- siempre se torna en un desafío compartir espacios de charla reales, una mesa familiar o unos cuantos minutos sin estar siendo interrumpidos por un teléfono.

Los hijos de esta generación son profundamente dependientes de las redes sociales. Lo eran mucho antes de la pandemia y con esta nueva realidad se agudizaron las razones para tener un teléfono en la mano por mucho más tiempo.

Una familia no es una pantalla 

Tal vez, una de las razones más poderosas que cualquier persona pueda llegar a plantearse como una necesidad para vivir sanamente y evitar la ansiedad de las notificaciones, sea el amor de familia.

Los adolescentes suelen despreciarlo porque la naturaleza de la edad tiende a quitarle mérito al esfuerzo que muchos padres hacen por dar y demostrar cariño. Aunque es allí, en ese esfuerzo, donde podemos encontrar el gran refugio de las emociones.

Emociones que deben ser transitadas y acompañadas por los padres cada vez que el chico quiera evitar hablar acerca de cómo se siente, de cómo piensa y de lo que opina sobre determinados temas usando el teléfono móvil como vía de salida.

Los docentes y los teléfonos: ¿Rivales por siempre?

Algo que antes era usado como una razón para castigos en clase, ahora se ha transformado como una necesidad para los zoom’s. Un docente no puede negar hoy que la tecnología es su mejor aliada (sino la única).

La vieja dicotomía entre usar el móvil o no usarlo en clase ha quedado lejos en la historia de las relaciones entre docentes y estudiantes. Hoy, si no usan un smartphone como medio de comunicación, ambos pierden.

Aunque de nuevo aquí es importante que los docentes sepan diferenciar entre lo que ellos entienden por tiempo de aprendizaje y lo que los estudiantes mismos esperan aprender de estos.

La conexión con los estudiantes tiene que ser emocional, sino los docentes llevan las de perder. De lo que se trata ahora es de meter la lógica de los youtubers a las clases sin desmerecer los contenidos reales.

Un docente que puede enseñar, entretener y emocionar siempre podrá lograr cambios y buenos resultados en las vidas de sus estudiantes. Después, están los otros, docentes de largas horas de clases sin sentido, de tono monótono, de formatos rígidos y que se nota que no disfrutan de lo que hacen. ¿Realmente piensan que alguien puede aprender de ellos?