La diferencia entre la psiquiatría y la psicología

 

Psicólogos, psiquiatras, terapeutas, psicoterapeutas psicoanalistas un montón de términos que seguramente has escuchado pero que resulta no son lo mismo el día de hoy en este vídeo vamos a explicar la diferencia entre un psicólogo y un siguiente cuando una persona tiene un problema emocional una situación de pareja o algo que plenamente no puede entender o ya fue con un médico y le dijo seguramente con tus nervios lo primero que se le ocurre o le recomiendan es que vaya con algún profesional en salud mental la verdad es que esto varía mucho de una persona a otra a veces hay personas que solamente dicen de tomar unas terapias como si fuera vete no sé a la tienda o voy a comprar unos panes o leche como si fuera algo muy simple cuando vemos que realmente la salud mental es algo bastante complejo y al mismo tiempo puede variar mucho entre las disciplinas que nos dedicamos a esta área.

 

Tenemos que decir que los dos principales grupos de profesionales dentro de la salud mental somos los psiquiatras todos psicólogos pero nuestra formación es muy diferente lo más básico los psiquiatras y los psicólogos son más jóvenes como más viejos que otros suena curioso pero un psiquiatra y un psicólogo recién egresado no pueden tener la misma edad y esto está muy relacionado con los años de estudio es decir un ecólogo recién egresado que estudió una licenciatura podrá terminar alrededor de los 22 23 años eso jamás lo podríamos ver en un psiquiatra porque primero estudia medicina que tarda como 67 años dependiendo la universidad y después tenemos que hacer la especialidad en psiquiatría que son cuatro o cinco años más entonces un psiquiatra por muy joven tendrá alrededor de 30 años aunque los jóvenes no puede ser tan pequeñito y la verdad es que a los psicólogos y a los siquiatras comúnmente nos llaman doctores siendo muy puristas los doctores son aquellos que han estudiado un doctorado y entonces tendría que ser con un psiquiatra o un psicólogo que hubiera estudiado un doctorado. 

 

¿Un médico puede ser psiquiatra?

 

Pero es muy común que se le llamen doctores a los médicos o las personas que han estudiado medicina entonces diríamos que ahí sería más adecuado decirle a los psiquiatras doctores y a los psicólogos licenciados en psicología aunque eso suena muy complicado prescriben medicamentos bueno hay una diferencia en cuanto a la prescripción de los medicamentos los psicólogos no pueden prescribir medicamentos porque no tienen ni la cédula ni la formación como médico a diferencia de un médico que aunque sea médico general podría prescribir medicamentos de tipo psiquiátrico por así decirlo si tiene el conocimiento los psiquiatras prescribimos medicamentos y esto es porque tenemos la formación para hacerlo y la cédula profesional que lo avala pero también hay un mito en cuanto a esto muchas veces se piensa que los psiquiatras sólo prescriben medicamentos y que no hablan y escuchan a los pacientes.

 

Ambos profesionales escuchan 

 

Y la verdad es que eso es lo que principalmente hace un psiquiatra escuchar y hablar con el paciente y cuando es necesario prescribir un medicamento por lo tanto diríamos que esa es una diferencia los psicólogos no pueden prescribir medicamentos los psiquiatras sí pero ambos escuchan al paciente otra pregunta que se hace acerca de los psicólogos y los psiquiatras es si dan terapia como sabemos la formación es distinta por ejemplo un psicólogo que estudió una licenciatura en psicología puede tener una formación diferente hay escuelas en donde son psicólogos clínicos o que tienen una formación como psicólogos laborales educacionales.

 

Y solamente algunos son psicólogos clínicos es decir solamente los psicólogos clínicos tendrían la formación para poder del pacientes pero no tienen una formación como terapeutas si un psicólogo quiere dar psicoterapia tendría que hacer una formación de posgrado para poder ser psicoterapeuta una maestría la mejor en psicoterapia cognitivo psicoterapia gestalt psicoterapia psicoanalítica o algún otro tipo de psicoterapia de las muchas que existen por otro lado un psiquiatra de una formación como médico una especialidad en psiquiatría durante la formación en psiquiatría tienen lo que sería una formación como psicoterapeuta regularmente enfocada a objetivos es muy común que los psiquiatras posteriormente hagan formación como psicoterapeuta al terminar la especialidad en psiquiatría.

 

Pero no todos es decir un psiquiatra podría dar algún tipo de psicoterapia pero no siempre lo hacen algunos psiquiatras que no les gusta este tipo de tratamiento y deciden referir al paciente con otro terapeuta y hay algunos que si lo hacen uno son para los casos más graves he escuchado comúnmente que las personas dicen solamente que estés muy mal entonces vas al psiquiatra si no es para que vayas al psicólogo muchas personas piensan esto y la verdad es que hay una confusión respecto a cómo trabajan los psiquiatras y los psicólogos es muy común que en los es precisamente de psiquiatría o de salud mental el viaje inicial lo haga un psiquiatra.

 

Y que cuando se ve que el tratamiento se puede complementar por medio de un psicólogo el psiquiatra fina el apoyo al psicólogo en la vida cotidiana a veces pasa lo contrario las personas llegan inicialmente con el psicólogo y entonces el psicólogo posteriormente lo refiere al psiquiatra y esto tiene mucho que ver con el estigma que hay hacia la psiquiatría donde se piensa que no casi casi si voy al psiquiatra estoy loco no y entonces mejor voy al psicólogo que es así como más like y la verdad es que el enfoque es diferente y no precisamente que uno sea para los casos graves y el otro para los casos más en sí pitos no va por ahí los tratamientos que dan los psicólogos y los psiquiatras son iguales tengo que decirles que no definitivamente porque la forma de diagnosticar es distinta un psicólogo es experto en la conducta y solamente los psicólogos clínicos podrían hacer un diagnóstico clínico en base a esto decidir qué tipo de tratamiento es el que tienen que hacer si pueden hacer una intervención si requieren algún tipo de psicoterapia y entonces enviarlo al psicoterapeuta más adecuado o si ellos tienen la formación en ese tipo de psicoterapia poder iniciarla.

 

Y también ver si es algo que no pueden manejar y referirlo con un psiquiatra que pudiera dar otro tipo de tratamiento en la parte de psiquiatría lo que se hace es una evaluación y se hace un diagnóstico integral donde podemos ver si hay algún trastorno afectivo si también tenemos algún trastorno de personalidad y el entorno social la familia etcétera en base a esto se puede ver cuál es el tratamiento más adecuado si se tiene que hacer un tratamiento psicoterapéutico o un tratamiento farmacológico o los dos combinados la verdad es que el mejor tratamiento es cuando se combina muchas veces el utilizar solamente un fármaco no es suficiente.

 

Pero muchas otras ocasiones el utilizar solamente psicoterapia tampoco es suficiente y es requerido tener ayuda de algún tipo de fármaco por lo tanto el mejor tratamiento es el combinado que puede hacer un psiquiatra de forma individual o hacerlo de manera compartida con algún psicoterapeuta amigos espero que este vídeo les haya sido de utilidad y hayan resuelto todas sus dudas respecto a la diferencia entre un psicólogo y un psiquiatra y lo más importante si en algún momento tienen un problema en cuanto a su conducta sus emociones o sus interacciones con los otros no duden en acudir con algún profesional de la salud mental ya sea un psiquiatra o un psicólogo.

 

Hace pocas semanas, me encontraba cenando con un grupo de colegas en el restaurante de un lujoso hotel de Buenos Aires. Mientras mirábamos la carta, veo ingresar a un personaje publico muy conocido quien poco tiempo antes me había consultado por un tratamiento que estaba haciendo. 

 

Esta persona pasó muy cerca de nuestra mesa y tomando su lugar en su mesa, y no solamente me ignoró, si no que inmediatamente pidió ser cambiada de lugar. Si yo hubiera sido clínico, cardiólogo, o mejor aún, neurólogo, esta persona no hubiera dudado un minuto en venir a saludarme. Mi condición de médico psiquiatra hizo que esto fuera inadmisible para ella. 

 

Porque si vas al psiquiatra, es porque estás loco. No importa que los psiquiatras tratemos otras condiciones como la depresión, o los trastornos de ansiedad. La psiquiatría no es glamorosa. Las personas no tienen ningún problema en hablar de sus infartos, úlceras o incluso de su próstata, pero nadie te va a contar que va al psiquiatra. Como mucho te vas a enterar que alguno va al psicoanalista o que tiene crisis de pánico. Las crisis de pánico son… muy cool. A los siete años, sabía que iba a ser médico. A los diez, que me iba a dedicar a algo vinculado al cerebro. Pisé un hospital neuropsiquiátrico por primera vez a los 20 años, cuando entré al viejo laboratorio de neuroanatomía del Hospital Borda que dirigía mi maestro el profesor Diego Luis Outes. 

 

Un sabio que me enseñó que el cerebro tiene vida y que tenemos que estudiarlo para comprender la mente humana sana y enferma. Hoy en día las neurociencias están de moda, pero en aquellos años, empezar una carrera psiquiátrica estudiando el cerebro era francamente ir contra la corriente 

 

En la actualidad tengo la fortuna de trabajar en el Instituto de Neurociencia de la Fundación Favaloro y el Instituto de Neurología Cognitiva, INECO. Verdaderas usinas de nuestras neurociencias. Pero no vengo acá a hablarles de mi. Yo quiero hablarles a ustedes del estigma. Del rechazo e incomprensión que aún hoy sufren las personas que padecen trastornos mentales. Reconocer que vas al psiquiatra es como reconocer que estuviste preso, no es algo que le cuentas a cualquiera. Implica una mancha social, un estigma. El estigma era la marca que le hacían sobre la piel a los esclavos para que se reconociera su condición. Si mi condición de médico psiquiatra produjo en este personaje público semejante conducta ¿cómo será el rechazo que sufren las personas que padecen los trastornos mentales? Estadísticas serias nos dicen que entre todos los que estamos hoy aquí uno de cada cuatro tiene algún tipo de trastorno mental ya sea psicosis, trastorno bipolar, depresión, trastorno obsesivo compulsivo o alguno de los trastornos de ansiedad. 

 

Esto aplica para el trabajo, para el club, para el grupo de futbol de los jueves… en todos sus grupos. Sin embargo sería muy difícil que nos enteremos. Porque las personas con transtornos mentales saben que si participan en su condición, inmediatamente son objeto de rechazo y vacío. Este estigma se transfiere también a la familia de los pacientes. Los familiares evitan hablar del tema o utilizan eufemismos. Sabemos que los familiares de personas con transtornos mentales severos se enferman y se deprimen como consecuencia del sufrimiento y el rechazo que produce un entorno que no comprende. Las causas del estigma son complejas pero tienen que ver con el miedo y la ignorancia. Como si la locura fuera peligrosa o contagiosa. Estudios serios demuestran que las personas con psicosis no son más peligrosas que el resto de la población. Andreas Lubitz no estaba loco, ni cometió el asesinato en masa del vuelo de German Wings porque estaba deprimido. Era un sociópata que sabia exactamente lo que hacía. La locura no es contagiosa tampoco, si bien nos falta para cerrar la teoría sabemos que las psicosis se producen por una compleja interacción entre factores genéticos y ambientales que afectan el normal desarrollo del sistema nervioso desde la gestación y que ciertos factores ambientales favorecen la aparición de la psicosis no siendo la causa. 

 

Las personas con predisposición a la psicosis sabemos que situaciones como vivir en una gran ciudad, ser inmigrantes o hijos de inmigrantes y consumir tóxicos como la marihuana aumentan las chances de que esta predisposición se manifieste. Estos factores socioambientales tenemos que verlos no como la causa de la psicosis sino como el caldo de cultivo ideal para que la psicosis se manifieste. Cuando piensen en inmigrantes, no piensen en su cuñado que se fue a vivir a LA y se acomodó con un parripollo o arreglando computadoras. Más bien piensen en los somalíes, jamaiquinos y asiáticos que viven en las barriadas pobres de ciudades como Londres o Amsterdam donde este fenómeno fue estudiado. Esta situación produce lo que se denomina la posición de grupo minoritario. 

 

Situaciones que favorecen situaciones de dominación, abuso y fracaso social. Esto todo favorece que la persona predispuesta manifieste su psicosis. El mecanismo sería: el estrés actuando sobre un cerebro vulnerable por este trastorno del neurodesarrollo. Más cerca, pensemos en el bullying. Las personas que van a desarrollar trastornos mentales severos, en general, suelen ser con un patrón de conducta diferente a los demás. Son tímidos y retraídos, tienen otros intereses y son torpes para los deportes lo cual favorece el abuso. Una de las formas más frecuentes de psicosis es la esquizofrenia. El diagnóstico de esquizofrenia con el correr de los tiempos ha ido adquiriendo un carácter tan estigmatizante porque está relacionado o se lo relaciona con la incurabilidad y con el deterioro inexorable en el funcionamiento cotidiano aunque esto no siempre es así. Este carácter estigmatizante es tan importante, que e algunos países de Asia, empezando por Japón, le han cambiado el nombre a la esquizofrenia. Nosotros nos preguntamos si tenemos que seguir ese camino si esto va a reportar algún beneficio para las personas con esta enfermedad. 

 

Para completar el cuadro, las personas con esquizofrenia y también las personas con transtorno bipolar tienen menos expectativa de vida y además enferman mucho fundamentalmente de enfermedades cardio-metabólicas. Para completar el círculo, el sistema de salud se ocupa muy poco de ellos y esto es igual en todos los países del mundo. Entre los siglos XIX y XX la sociedad intentó solucionar el problema de la psicosis encerrándolos en los hospicios. Las personas pasaban tanto tiempo internadas que en algunos países les daban postales como las que ustedes están viendo para que les escriban a sus familiares como si estuvieran de viaje o vacaciones. En ausencia de tratamientos específicos lo único que se podía hacer era esperar que la crisis que había motivado la internación, cediera. Y en esto hay un agravante: algunas formas de psicosis afectan severamente la capacidad de las personas de autovalerse y esto es lo que explica que permanecieran mucho tiempo hospitalizados no la maliciosidad de los psiquiatras. La internación no soluciona la psicosis y genera este prejuicio contra los psiquiatras. No somos las personas que quieren ayudar a los pacientes; somos las personas que quieren encerrarlos. El prejuicio contra los psiquiatras se ve mucho en el cine. 

 

En las películas, el psiquiatra nunca es un ser lógico y empático. O muy malo, autoritario y cruel o un naive medio bobo. Piensen ustedes en el psiquiatra de la tríada Millenium un perverso abusador. Sin embargo, en los últimos años hemos visto cambiar esto en forma diametralmente. Hemos avanzado mucho en el diagnóstico y ser psiquiatra en la actualidad significa ser capaz de articular complejos conocimientos de la medicina de las neurociencias, de la neurospicofarmacología y de la psicología y la psicoterapia. Sin embargo, los diagnósticos psiquiátricos se siguen haciendo hablando con los pacientes, no tenemos electrocardiograma. El experimento más caro de la historia de la humanidad el colisionador de hadrones, «la máquina de Dios» fué hecho solamente para demostrar una hipótesis de la física. En forma análoga, en las neurociencias se hacen experimentos cotidianamente muy complejos que nos van dando pequeñas piezas de información que nos permiten ir avanzando paso a paso para saber cómo funciona y se enferma nuestro cerebro. 

 

A fines de la década del cincuenta aparecen los antipsicóticos. Por primera vez, las personas con psicosis comienzan a ver sus síntomas controlados. Y de esta forma pueden regresar a sus hogares aunque no todo fue un lecho de rosas. Como vemos, la gran revolución de la psiquiatría vino de la mano de un descubrimiento científico, no de un prejuicio antipsiquiátrico. 

 

Medicamentos como los antipsicóticos, los antidepresivos o el carbonato de litio que se descubrieron poco después de la penicilina, cambiaron diametralmente la vida de cientos de miles de personas que padecen trastornos mentales, mejorando su calidad de vida. El movimiento antipsiquiátrico agrava la situación de las personas con transtornos mentales graves porque desinforma. Iniciado a fines de la década del sesenta, sostiene que no existen los trastornos mentales, que son una forma de lidiar con la sociedad, que es la que está enferma. 

 

Además, hay algunos que hasta sostienen que los trastornos mentales son un invento de la industria farmacéutica para vender más medicamentos. Ridículo. Pero las personas ya no pasan años internados esperando recuperarse. Los tratamientos han permitido que las personas puedan recuperarse cerca de sus familias. No obstante, pese a todo lo que hemos avanzado, las personas con trastornos mentales siguen teniendo dificultades para conseguir trabajo, ser tenidas en cuenta y su situación sigue siendo incomprendida.

Las personas con trastornos mentales a veces se comportan en forma rara. Pero no lo hacen siempre. Nosotros también a veces nos comportamos en forma rara. Piensen en ustedes mismos cuando van a la cancha, este circunspecto contador que se convierte en una fiera enjaulada por que le cobran un injusto offside al nueve no aceptaría que le digan «loquito» o «enfermito» por ser víctima de la pasión futbolera. 

 

La mayor parte del tiempo se conduce en forma normal las personas con trastornos mentales también. Sin embargo, no dudamos en referirnos a ellas con todo tipo de epítetos despectivos: chapita, está de la gorra, no tiene todos los caramelos en el frasco, le falta un jugador… elijan la que quieran. 

 

Cada vez que ustedes en un grupo se refieren a una persona con un trastorno mental en estos términos tienen una chance sobre cuatro de estar lastimando sin darse cuenta a alguien que los escucha. Por esto, yo les voy a pedir que tomen algunos hábitos y se conviertan en militantes antiestigma. Primero: no etiqueten no digan «es un psicótico», «un bipolar», «un depresivo» o «un TOC». 

 

Las personas no son sus enfermedades por algo les decimos que las padecen yo prefiero decir que las combaten. En segundo lugar: no les tengan miedo, no los aíslen. En tercer lugar: no juzguen, ni culpen a las personas con trastornos mentales por su condición. Nadie le dice a una persona que tiene cáncer «vos lo que necesitas es ponerte una pila, tirar esos quimioterápicos a la basura y salir a caminar y tomar sol y vas a ver como se te pasa todo». No harían eso. 

 

No lo hagan tampoco con las personas con trastornos mentales. No es tan fácil como ustedes creen, no es en absoluto fácil se lo puedo asegurar. Y al sufrimiento le están agregando incomprensión. En cuarto lugar: no les den consejos, intenten escucharlos. 

 

Prueben, por ejemplo: «Sé que lo estás pasando mal. ¿Quieres charlar? OK. ¿No quieres? OK también». Recuerden que una mano tendida puede más que un millón de palabras. Los dejo con esta frase de Bill Clinton, que para mi es muy elocuente: 

 

«Los trastornos mentales no son algo para avergonzarse, pero el estigma y el prejuicio debería avergonzarnos a todos nosotros».